Memorias de infancia

Mi papá es capitán de ultramar y  cuando era chiquita él navegaba muchísimo. Durante sus viajes, me encantaba mirar los mapas y soñar sobre los puertos del mundo donde él estaba, o calcular cómo se iban acortando las distancias hasta que  llegase a casa. Una vez hicimos un viaje con él al Golfo de Méjico. Yo tenía nueve años y subír con mis hermanas al Puente era la mejor expedición. Pasábamos largo rato jugando con las cartas de navegación del cuarto de derrota (que es un cuartito en el Puente). Ayer estaba pensando qué bueno sería enmarcar alguna de esas cartas inmensas en alguna pared de mi casa...
Desde aquellas épocas perduda mi fascinación por los mapas. Quizás sea porque mirarlos siempre supone el anhelo de alguna tierra lejana por conocer. O el recuerdo de algún viaje. O simplemente un sueño de vidas posibles, en paralelo a la nuestra.