Escape añorado

Cuando ando a las corridas por Palermo buscando cosas para mis producciones, miro a la gente que camina tranquila, a los turistas... Miro los hotelitos y pienso cómo será mirar la ciudad como un visitante ocasional...
Es por eso que después de semanas (y fines de semana) de muchísimo trabajo, decidí invitar a mi marido y escaparnos por un fin de semana, pero a Palermo. Cerca, fácil... Aunque mentalmente a miles de años luz.
El lugar elegido fue el Nuss Hotel, en el corazón de Palermo Viejo (odio decir Soho, Hollywood y demás divagues pseudo cool que denigran un barrio tan lindo y tan porteño). Duración: mediodía del sábado a mediodía del domingo. Ideal.

La terraza del Nuss.

Primera parada: Helena. Un restaurante chiquito y encantador , que es famoso por sus brunch (siempre me encantó la idea de desayunar sin apuro en un lindo lugar y hace mucho, mucho que no lo hacía). Elegí una ensalada que quizás fue la más rica que comí en mi vida: milanesitas de muzarella, verdes, tomates secos, palta y una vinagreta que si la dueña compartiese conmigo y mis lectoras, sería una bendición para todas! (Florencia, te animás?)

Después, a disfrutar de las instalaciones del hotel (gran siesta gran en cama de 2x2 con sábanas de lujo, tarde donde el único stress fue decidir dónde iríamos a comer...). Confieso que mientras mi marido dormía, me escapé un ratito a ver vidrieras!! Estaba a sólo dos cuadras de mis marcas favoritas, no me lo podía perder (ustedes me entienden).

Por la noche: caipiroskas en la barra de Río Café debajo de una inmensa parra, hasta bien entrada la madrugada.

Genial, genial.

La barra al aire libre de Río Café.

Lo mejor:

+ El hotel, que es uno de los más copados de la zona: porque es boutique pero tiene un servicio de hotel de lujo, impecable (además es uno de los pocos con terraza con pileta).
+ Dormir hasta no poder más en una cama con sábanas blanquísimas y suaves.
+ Volver a salir como novios, pero con 8 años de casados.
+ Entrar en una librería y quedarme explorando sin medir el tiempo.
+ Mirar vidrieras y entrar a probarme ropa sin apuro!

+ Un desayuno largo de domingo con una mesa invadida de manjares (huevos revueltos included) y todo el diario para vos.
+ Volver a casa el domingo en sólo media hora y con el espíritu renovado!
+ Sentirme viajera en mi propia ciudad!