Los fines de semana largo son maravillosos. Pero a mí me cuesta (entre invitaciones de amigos, visitas a familiares y programas con los niños), poder encontrar tiempos de silencio y quietud mental para dedicar a la lectura de un buen libro o la gratificación de explorar nuevos sabores en la cocina, y buscar con calma entre mis libros de cocina una receta que no tenga que ser express o hecha a las apuradas.
Ayer, por primera vez en mucho tiempo, tuve ese rato de paz.
Me mentalicé: nada de celular (salvo que suene), nada de tele, nada de invitaciones o salidas. En cambio, leer a la hora de la siesta hasta quedarme dormida un libro de mi lista de pendientes (ganó La Invensión de Morel, de Adolfito Bioy Casares), despertarme y seguir leyendo con un café en mano. La casa se contagió de quietud. Los chicos también leyeron, dibujaron, jugaron... pero todo iba más despacito, como susurrado.
Se trata de un encuentro con la cocina pero con la mirada personalísima de artistas, diseñadores y creativos, cada uno compartiendo recetas para una fecha especial (las patrias y las bien típicas de nuestras costumbres locales): Navidad, Domingo de Fútbol, Día de la Bandera, Ñoquis del 29...
Así que después de una semana que llega con bastantes corridas y jornadas largas de trabajo, espero que llegue el fin de semana y mi cita con la cocina, probando sabores de otros pero haciendolos propios, disfrutando del festín.
¡Muy buen lunes para todos!
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