Durante varios años, muchos, soñamos con este viaje. Lo planeamos, lo imaginamos, y fuimos dibujando las imágenes y las sensaciones en nuestra cabeza. La idea de volver a ser chiquitas y viajar con nuestros padres, pero además vivir eso junto a mi nueva familia, la que formé con mi marido y mis dos hijos, era una ilusión demasiado emocionante.
Los artífices de este sueño fueron mis papás (gracias, gracias, gracias por tanta genenoridad, por tanto cariño, por ser generadores de tanta alegría y recuerdos que nunca olvidaremos), lograron que mi hermana venga desde lejos (vive en Londres hace dos años) y todos los que vivimos corriendo en Buenos Aires pudiéramos organizarnos para partir. Un sueño hecho realidad.
Uno de los lugares que conocí en estos días fue el
Shore Club Hotel de South Beach, en Miami (me fascina ir a una ciudad y conocer sus hoteles emblemáticos, mirar cómo fueron restaurados...). Está ubicado sobre el mar, en el Distrito Histórico de la Ciudad, junto a otras leyendas hoteleras como el National,
The Raleigh (que ya comenté hace unos años aquí mismo) y el Delano. El
Shore Club fue restaurado hace un par de años, pero al estilo Art Deco no adosaron el minimalismo monocromático tan común en estas refacciones, sino que le dieron una vuelta de tuerca muy genial. Rescataron su arquitectura original (proyecto a cargo del afamado arquitecto inglés
David Chipperfield) y la rodearon de un jardín inspirado en el
Jardin Majorelle de Marruecos, con colores intensos dominados por el azul índigo y el naranja. Me pareció una buena idea rescatarlo en mi pequeño blog porque hay muchas ideas que más allá de estar en un hotel de lujo, son simples e inspiradoras: fáciles de llevar a nuestras casas.
Una de las habitaciones: impera la luminosidad casi infinita del blanco; pero esa intensidad la calman la madera natural de los muebles. Detalles que capturaron mi atención: las macetas pintadas de colores pasteles. Un detalle fresco para el balcón.
Las camas de muchas de las habitaciones no tienen respaldos, pero simulan uno visualmente pintando con un color intenso la superficie que ocuparía el marco. En este caso, fue el rosa, que se repite en las pantallas de las lámparas (otros colores elegidos para los marcos fueron el verde, el azul y el naranja)
El azul índigo para los almohadones de los sillones y para las paredes, todo combinado con otros almohadones naranjas esparcidos aquí y allá como puntos de color. Muy, muy fresco y alegre. Detalle: macetas inmensas pintadas de verde esmeralda y amarillo.
POr la noche, decenas de faroles con velas prendidos generan un clima místico, ideal. Supongo que nunca son muchas las velas y los faroles que podemos prender en nuestros jardines, patios y balcones. Son la mejor ambientación para una noche con amigos o para disfrutar en soledad.
Los patios junto a la pileta, muy descontracturados, con almohadones inmensos de estampas coloridas, banquitos pintados de azul y más faronles (muchos de ellos colocados sobre bandejas circulares en el piso).
Almohadones de colores, sillas muy simples pero recicladas con géneros tribales, camastros y mucho verde: receta ideal para crear un lugar perfecto en los exteriores de nuestra casa.
¡Espero que lo hayan disfrutado! ¡Hasta pronto!