jueves, 5 de febrero de 2015

Días de verano


Como todos los años, este fin de año me escapé a Uruguay a pasar unos días de vacaciones y recargar pilas. Mirando mis posts anteriores de verano noté que siempre vuelvo a escribir sobre lo mismo: el pueblito tan adorado de Manantiales y cómo cada temporada va haciéndose menos pueblo y más punto de movida veraniega. Ésto último me parece un tanto desagradable (eso de tirar casitas encantadoras para hacer mansiones de lujo desproporcionadas y ostentosas, es un crimen).
¡Me gusta tanto apropiarme un poquito del lugar donde estoy, ser local por unos días! El hecho de volver todos los años te da ese pequeño sabor de pertenencia y disfruto de que el almacenero me reconozca o volver de las compras y quedarme conversando con el artesano que hace cestería en mimbre hace catorce años en la misma esquina.
Estoy tan profundamente agradecida por mis días de descanso en familia, por tener el rato para leer hasta quedarme bizca, bañarme en el mar todos los días aunque hiciera frío, abrazar a mis chicos sin apuro, dormir siestas y mirar atardeceres, comer rabas y mejillones, desayunar con papá, salir a pasear sin rumbo...
Esta es una pequeña crónica de mis lugares y personajes favoritos en este paraíso uruguayo que fue mi casa por algunos días de este verano. Si algún día andan por allí, no duden en hacer un alto en el camino y visitarlos.

Mis primeras caminatas por Manantiales.
Antigua casa que perdura impecable.
Cuando no había nada, ya estaba "No me Olvides". Es un clásico para comer pizzas y ricos tragos. Te atienden con una sonrisa siempre a pesar de que en los últimos años se puso de moda y se llena de gente, muchos de esos que quieren mirar y que los vean y son bastante prepotentes con los empleados del lugar. A ellos no les importa, siempre una sonrisa, siempre la amabilidad del uruguayo.
Waldemar trabaja en la misma esquina hace 14 años y ya no se acuerda cuántos años tiene. Está todos los días sin falta y sin importar el calor que haga: el trabaja sus mimbres sin descanso y sin soltar el cigarillo. Me dijo que si escribía sobre él no deje de mencionar la generosidad de la gente de Cactus y Pescados que le permiten guardar sus cosas cada noche cuando parte a su casa. Cactus y Pescados es un clásico de Manantiales, el primer restaurante que llegó a estos pagos y el que tiene la mejor vista al mar del lugar.
Cada año, vamos con mi marido al menos una vez a comer pulpo al hierro en Fish Market. Una delicia. La caipiroska es la mejor de Punta del Este.
Velas, aromatizadores y todo tipo de tesoros de las firmas más extravagantes, lujosas y deliciosas, en Kalallith.
Colección de lupas y tesoros de afán coleccionista. Kalallith
Kalallith
Una de mis tiendas favoritas, Roberta Roller Rabbit (ya le dediqué post especial) que llegó hace unos años desde NY y California. Las señoras y señoritas à la mode llegan desde lejos para llevarse una de sus túnicas.

Línea deco para morirse en Roberta Roller Rabbit
Mar de verdes, mi escape preferido las mañanas que tuve que escribir y cerrar mis notas. El mejor licuado de la zona, by far. Y el chivito, muy superior a los de las clásicas chiviterías. Imagen vía Nina´s Cliks
Mar de Verdes. Imagen vía nina´s clicks.
Male, mi hermana adorada que disfruto por poquísimos días al año, tomándose su último licuado del verano antes de partir a su casa en Londres.
Mónica Melhem Shop. Me pierden sus caminos de rattan pintados con láser. Las fundas de lino con el vivo al revés marcaron tendencia.
Más interiores signée Mónica Melhem
La gloria de los días nublados sobre el mar, cuando no se distingue el cielo del mar.


Los atardeceres en Manantiales son su verdadero tesoro. Todo lo demás es anecdótico.