viernes, 24 de febrero de 2012

El Ñirantal, en Villa La Angostura


Hace tiempo quería conocer el taller de Emilio Alvear. Habíamos intentado llegar hace unos años con mi cuñada Inés (que me había dicho: "Te voy a llevar a un lugar que te va a encantar"), pero no se acordaba bien el camino y nos perdimos en el intento. Es que El Ñirantal, como se llama el proyecto de arte y conservación creado por este carpitero de alma y buscador de tesoros de culturas originarias, queda perdido en medio del bosque patagónico, muy cerquita del Hotel Correntoso. Este año, decidida a encontrarlo, averigué bien y llevé a toda mi familia de trip deco (mi marido refunfuñó durante el viaje, pero cuando llegó quedó encantado con el lugar). Porque tan sólo el camino es un paseo y una vez que entrás por ese sendero de ñires (en honor a este árbol patagónico lleva su nombre) es como viajar en el tiempo. Nos recibieron Emilio y María, su mujer, que además de ser su socia es decoradora, y nos abrieron la puerta de un galpón de madera, que en su interior es un loft invadido de luz y de obras que el mismo Emilio realiza o va trayendo de sus viajes por el país. Bateas hechas a mano por mapuches, alfombras del norte, bancos y sillas talladas a mano... Un recorrido que es un deleite y una puesta en valor de la artesanía en estado puro.



 "En este suelo habitan las estrellas.
En este suelo canta el agua de la imaginación
Más allá de las nubes, que surgen de estas aguas y estos suelos,
nos sueñan los antepasados.
Su espíritu -dicen - es la luna llena,
el silencio, su corazón que late"

Poema mapuche que inspira el proyecto de El Ñirantal, un proyecto que intenta recuperar el mensaje de los pueblos originarios, preservar la magia de sus raíces y preservar la cultura de sus ancestros. Si algún día andan por Villa La Angostura, ubicada  en el corazón de la Patagonia Argentina, les recomiendo pasar a conocerlo. (eso así, hay que avisar antes de ir).







Este post está dedicado a todos los habitantes y amantes de Villa La Angostura, un paraíso de mi tierra que en los últimos meses ha sido azotado impiadosamente por las cenizas del volcán chileno Puyehue. En honor al gran trabajo que hacen a diario todos los pobladores por preservar este paraíso como tal, por su esfuerzo por recuperarlo, por hacerme sentir, una vez más, que estoy en uno de los rincones más bellos del mundo y que tuve la suerte de pasar unos inolvidables días de vacaciones en él.

lunes, 20 de febrero de 2012

Frambuesas, deleite y tesoro.



En este día de un perfecto gris de feriado, aprovecho para ordenar las fotos del verano. ¿Les pasa que en momentos donde los sorprende un inesperado silencio en casa (marido y chicos no están), se encuentran un poco perdidos? Siempre añoro mis momentos de soledad... Pero, a veces,  cuando llegan de manera inesperada, no sé que hacer con el tiempo...  Qué tonta, pienso, todo lo que podría hacer... Debe ser como que dice un amigo mío "sentís culpa cuando estás sin hacer nada". Así que aprovecho para ordenar mis fotos. 
En mis días en el sur, una de las cosas que más me divertía hacer con los chicos era ir en búsqueda de frambuesas en el bosque (como les conté hace unos posts, viajé unos días a la Patagonia, muy cerca de Villa La Angostura). Nos pasábamos un rato largo buscándolas, pero cuando las encontrábamos, era como hallar un tesoro. Estas son de una tarde, después de una lluvia. Volvimos felices e hicimos una torta que después devoramos. 

"Qué lindas son, pero no las quiero probar", dijo mi hijo Juan. Y así fue. Por eso fue el que más juntó. Charlie, en cambio, se las devoraba ahí mismo y volvió con las manos vacías, pero la panza llena!


miércoles, 15 de febrero de 2012

Pequeños placeres

Una copa de champagne de mango corto convertida en florero y unas hortensias cortadas de un jardín, cerca del mar.  Nada más refrescante que flores frescas para alegrarnos un poco la vida... no? Además, siempre hay un vasito o copa linda (de esas que quedaron de alguna abuela o que compramos en un viaje o feria) para resucitar del olvido del fondo de un estante. 
Este verano me di cuenta lo terapéutico que es tomarse el tiempo para ciertas cosas y hacerlas despacito, saboreando cada momento. Que tengan un lindo día..!

viernes, 3 de febrero de 2012

El almacén de Jean-Paul en Jose Ignacio, Uruguay.

Un día nublado de mediados de enero decidimos partir con mamá y mi adorable hermanita Flori (ya tiene 30 pero el diminutivo con llevará por siempre por ser la menor de la familia) a rumbear por negocios, cafecitos y demás revoloteos amigables a los días grises de playa donde uno no se siente culpable por no estar en la orilla del mar (nada mejor que amanecer un día nublado y poder estar horas para tomar el desayuno, jugar a las cartas y dormir la siesta, para después salir a tomar el té sin pensar que al rato hay que andar desfilando en biquini!). Bueno, me fui por las ramas.
El cuento es así: fuimos a Jose Ignacio a dar una vuelta de mujeres. Admito que soy la pesada de la familia que siempre quiere ir a ver qué hay de nuevo y sacar fotos por ahí, pero quería conocer el nuevo reducto de Jean Paul Bondeaux que es una suerte de almacén donde comprás pan francés y delicatessens de lujo (muy al estilo de este súper chef de La Bourgogne), pero también es un restaurante muy distendido. Así que hacia allí fuimos... Qué les puedo decir... el piso de madera a rayas, las galerías de cañas con macetitas con cactus de centros de mesa, el pan recién sacado del horno, la heladera de almacén invadida de delicias traídas de todas partes del mundo... Un paraíso para sibaritas y un rincón perfecto para pasar al atardecer y comer un mediodía o noche de verano. Acá algunas fotos para que vean...





Almacén El Palmar
Plaza de José Ignacio 
4486.2102


miércoles, 1 de febrero de 2012

Hacia el verdadero descanso

Saqué esta foto en las playas de Manantiales, en Uruguay, una tarde después de una intensa lluvia que levantó un bruma espesa sobre el mar. La soledad del pescador entre las rocas me transmitió tanta calma que quise compartirla con ustedes. 

Perdón que me fui sin avisar. Los días antes de mi partida fueron tan intensos y enloquecidos que mi querido blog quedó relegado bajo una montaña de entregas, jornadas de trabajo fuera de casa, ropa para lavar, valijas para armar, más la eterna lista de "imposibles de olvidar" (desde la máquina de fotos, hasta los libritos de cuentos y el Ibupirac).
Partí con mi cabeza largando humo y pidiendo un respiro. Iban a ser unas vacaciones cortas de un fin de semana en el campo con amigos, unos días en Uruguay con mi familia. Pero una invitación inesperada nos trajo a la Patagonia y acá estoy, trabajando frente a la montañas y un lago incandescente, en un paraíso llamado Cumelén, muy cerquita de Villa La Angostura.
Así que, después de un año tan intenso y agotador, estas vacaciones inesperadas son un verdadero regalo que vivo cada día en perpetuo agradecimiento.
La cuestión es que gracias a la falta de conexión a internet de mis últimas semanas me vi forzada a dejar de lado mi vicio con mi compu (al principio me lamenté de que no funcione el wifi, después agradecí) e interrumpir mis posts. Quizás el verdadero desconecte radique en poder soltar, en no querer estar en todas todo el tiempo, en que el tiempo se torne más lento y la mirada más calma. Donde no haya apuro por levantarse cuando tu hijo se está quedando dormido acurrucado arriba tuyo y te puedas quedar mirándolo dormir hasta que se te caigan las lágrimas de emoción y agradecimiento.
Pero después de tantos días de ausencia, tengo mucho para contarles así que iré de a poco (estaré online un ratito por día), con algunas novedades de aquí y allá. Inauguraciones interesantes, rincones que no conocía, sabores inolvidables.... Espero que desde donde estén, estén bien y que puedan estar disfrutando de sus días en casa, en el trabajo o en algún rincón fascinante que los haga volver a vivir! Gracias por estar!