Hace tiempo quería conocer el taller de Emilio Alvear. Habíamos intentado llegar hace unos años con mi cuñada Inés (que me había dicho: "Te voy a llevar a un lugar que te va a encantar"), pero no se acordaba bien el camino y nos perdimos en el intento. Es que El Ñirantal, como se llama el proyecto de arte y conservación creado por este carpitero de alma y buscador de tesoros de culturas originarias, queda perdido en medio del bosque patagónico, muy cerquita del Hotel Correntoso. Este año, decidida a encontrarlo, averigué bien y llevé a toda mi familia de trip deco (mi marido refunfuñó durante el viaje, pero cuando llegó quedó encantado con el lugar). Porque tan sólo el camino es un paseo y una vez que entrás por ese sendero de ñires (en honor a este árbol patagónico lleva su nombre) es como viajar en el tiempo. Nos recibieron Emilio y María, su mujer, que además de ser su socia es decoradora, y nos abrieron la puerta de un galpón de madera, que en su interior es un loft invadido de luz y de obras que el mismo Emilio realiza o va trayendo de sus viajes por el país. Bateas hechas a mano por mapuches, alfombras del norte, bancos y sillas talladas a mano... Un recorrido que es un deleite y una puesta en valor de la artesanía en estado puro.
"En este suelo habitan las estrellas.
En este suelo canta el agua de la imaginación
Más allá de las nubes, que surgen de estas aguas y estos suelos,
nos sueñan los antepasados.
Su espíritu -dicen - es la luna llena,
el silencio, su corazón que late"
Poema mapuche que inspira el proyecto de El Ñirantal, un proyecto que intenta recuperar el mensaje de los pueblos originarios, preservar la magia de sus raíces y preservar la cultura de sus ancestros. Si algún día andan por Villa La Angostura, ubicada en el corazón de la Patagonia Argentina, les recomiendo pasar a conocerlo. (eso así, hay que avisar antes de ir).
Este post está dedicado a todos los habitantes y amantes de Villa La Angostura, un paraíso de mi tierra que en los últimos meses ha sido azotado impiadosamente por las cenizas del volcán chileno Puyehue. En honor al gran trabajo que hacen a diario todos los pobladores por preservar este paraíso como tal, por su esfuerzo por recuperarlo, por hacerme sentir, una vez más, que estoy en uno de los rincones más bellos del mundo y que tuve la suerte de pasar unos inolvidables días de vacaciones en él.