Ni bien llegué me enamoró el festín de aromas que se percibía en el ambiente, todos sutiles y a la vez inolvidables. Las paredes negras y la biblioteca nutrida en libros de especias, historias relacionadas fragancias, viajes en búsqueda de aromas por el mundo.... Eramos pocos y eso fue bueno, porque se podía percibir el ambiente del lugar, el silencio que daba lugar al placer de mirar y sentir. Qué les puedo decir... Me fascinó. Julián Bedel (alma mater del proyecto, junto a Amalita Amoedo) me llevó por un recorrido que iba desde el recuerdo del perfume de La Biblioteca de Babel (que me transportó a esos anaqueles inundados de madera y papel que Borges inmortalizó en su maravilloso cuento) hasta el sabor del mar, de la Pampa Húmeda y de la selva misionera. Su brillante idea es recuperar las esencias autóctonas, desde el mate hasta el cuero, la yerba recién prensada y la pasto después de la lluvia, los jazmines y la glicina. Cientos de esencias que ofrecen infinitas combinaciones. El resultado puede ser el más variado. Hasta te ofrecen la posibilidad crear tu propia esencia, esa que te recuerda a un lugar o un momento de tu vida y la puedas eternizar en la perfección de un perfume propio, único.
Aquí comparto mi recorrido por este laboratorio fascinante, decorado por su dueños junto a Javier Iturrioz (quién más sería capaz de lograr esto?).
Espero que les guste tanto como a mí...
Julián en los confines del laboratorio, donde guarda un sinfín de esencias.
Cientos de velas... Cuál elegir?
"Nuestro nombre es un homenaje al encuentro entro Charles Darwin, Robert FitzRoy y Fueguia Basket, la nativa de Tierra del Fuego secuestrada por FitzRoy y devuelta por el mismo 3 años después, en el viaje que daría origen a la teoría sobre El Origen de las Especies de Darwin, precisamente en la Patagonia." Julián Bedel