viernes, 9 de noviembre de 2012

En la Patagonia, la belleza de lo indómito.

 Mientras escribo este post miro mi jardín convertido en laguna gracias a la lluvia inclemente que cayó hoy sobre Buenos Aires. Un viernes de mucho trabajo se convirtió en una jornada de silencio en casa ya que tuve que suspender una sesión de fotos al aire libre, que bajo el agua hubiese sido catastrófica. Entonces aprovecho el tiempo libre para hacer orden en mi estudio un tanto caótico y  compartir con ustedes esta nota que salió en el número de octubre de Revista Living. Es un destino indómito en la Patagonia austral, más precisamente en la Pcia de Chubut, al que viajé hace algunos meses y que me maravilló por su lejanía y su intensa soledad.  Se trataba de un paraje dentro de una estancia de esas abundantes en estepa y espinillos, en ovejas y ráfagas que van y viene sin cesar. El secreto está cuando te vas acercando a la casa, subís un pequeño acantilado y descubrís el mar.


Ramas encontradas en la playa se convierten en esculturas, sobre la estantería de la pared.

La quietud del interior de la casa contrastaba con la fuerza del viento que bramaba y parecía querer llevarme con él. Se nos hacía  difícil caminar por los alrededores de la casa y ni hablar cuando el fotógrafo (Javier Csecs, de Toma Estudio) quiso subirse a una escalera para hacer una toma desde lo alto y casi sale volando con escalera y todo.
En fin, me gustó la idea de compartir esta nota porque tiene un espíritu muy diferente a las producciones que hago siempre. Acá el encanto está en el despojo, en la frugalidad de la puesta en escena (o la ausencia de ella). Sólo una mesa, unas sillas y un par de sillones cómodos para admirar el escenario magnificente que lo rodea.  No hace falta nada más. Muy buen fin de semana para todos, y abrazo desde la distancia a aquellos a quienes el agua de hoy les dió más de un dolor de cabeza.

El piso de damero, inpirado en los colores del mar, el cielo y la tierra patagónica.




El único dormitorio de la casa.


Una foto que saqué cuando hicimos un alto en el camino a sacar fotos y pasó auto. Pensé que quizás ese fuera el único auto que pasaría por allí en días, además del nuestro. Crédito: Silvina Bidabehere para Decortherapia.

3 comentarios:

marcela cavaglieri dijo...

La casa es un sueno, pero tengo que ser sincera, no podria vivir en un lugar tan remoto. La transportaria a otro mucho mas enloquecido como los que me gustan a mi y ahi si podria disfrutarla a pleno!

Ana V. Lopez dijo...

Yo soy de Chubut, y digo siempre que uno no conoce lo que es el viento hasta que va alla!jaja
Hay muchos lugares hermosos por recorrer, a mi me encanta la peninsula. Yo sigo yendo todos los veranos a pasarlos en familia.
Muy linda la nota!
Un saludo!

Vero Palazzo dijo...

Me encantó esa nota y la onda de la casa, ideal para el lugar donde está.