


Hace muchos años, cuando trabajaba para la revista Argentina Traveler, me mandaron a hacer una nota a Helsinki y Estocolmo. Cuando le conté a mi amiga (y hoy reconocida arquitecta y decoradora) Milagros Loitegui, que parte del recorrido era ir al museo de Alvar Aalto, casi se muere y me rogó que le trajera algo (lo que fuere) de él. Yo no tenía un mango, pero me acuerdo que su regalo fue uno de los pocos que traje (Mili todavía lo tenés, no?). Venía en una cajita con su sello de autenticidad. Por ella fue que presté más atención todo lo relacionado con este emblemático personaje. Hoy, que trabajo como productora de decoración, cada vez que veo su obra me acuerdo de mi viaje y de mi amiga. Arriba un Aalto Vase (creado en 1936; igual al que le traje a M.), su proyecto más importante, Villa Mairea y una foto de este gran arquitecto y creador finlandés.